Su perfume casino, la alejó de Porto Fino.
Abandonada, pidió un Martini, y su mirada, se va en un yate. Hacia el turquesa argel, al horizonte aquel. Su pareo se vuelva y el aliento del mar, la desespera, la desespera.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario